“Tanto amó Dios al mundo, que le envió a
su propio Hijo” (Jn. 3,16)
Queridos
hermanos y hermanas:
El día de Navidad se acerca y
queremos compartir con ustedes este mensaje, como lo venimos haciendo en los
últimos años.
1. Celebrar la Navidad no es solo recordar un nacimiento
sucedido hace ya más de 2000 años. Es celebrar un nacimiento actual. ¡Sí!
Jesucristo, Señor de la Historia, nace hoy en nuestras vidas y en nuestra
realidad patagónica. Así como la Santísima Virgen María y San José, junto a los
pastores, lo recibieron en la primera Navidad en el pesebre de Belén, así
también nosotros lo recibimos en esta Navidad en la realidad que hoy vivimos en
la Patagonia.
2. Esta Navidad tiene una característica especial: acontece
dentro del Año de la Fe que el Papa Benedicto XVI nos propuso vivir. En su
carta “Porta Fidei”, nos alienta a “redescubrir el camino de la fe
para iluminar de manera cada vez más clara la alegría y el entusiasmo renovado
del encuentro con Cristo” (PF2).
3. “Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único
para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida
eterna”(Jn3,16). El evangelio de
Juan nos enseña esta Buena Noticia que da Vida. Dios nos ama, y su amor es muy
grande. Tan grande es que envía a su propio Hijo, nace de la Virgen María para
entregarse por todos nosotros en la Cruz. Nos salva, venciendo la muerte, en la
Resurrección, para que creyendo en Él tengamos vida. Aceptar vitalmente este
acontecimiento, es encontrarse con Jesucristo, es comenzar el camino de la
fe.
4. Para quienes por la fe hemos comenzado a recorrer este
camino, este Año es la oportunidad de redescubrirlo, renovando nuestra
pertenencia a la Iglesia y testimoniando sus frutos en las circunstancias que
nos toca vivir y en la realidad que se presenta a nuestro lado. Viviendo así
este Año de la Fe seremos testigos para aquellos que caminan a nuestro lado y
todavía no han encontrado la Buena Noticia o sienten que la han
perdido.
5. Los invitamos a volver la mirada hacia el pesebre de
Belén, pesebre que armamos en nuestras casas junto a los más chicos, pesebres
vivientes que se representarán en nuestras comunidades ya cerca del día de
Navidad. Nuestra mirada atenta descubre un núcleo pequeño pero central en la
escena: la Virgen María, José y el Niño recién nacido envuelto en pañales y
recostado en el pesebre. Allí está la familia, la Sagrada Familia de
Nazareth. Pero al abrir nuestra mirada, contemplamos como esa
familia está rodeada de otras personas, los pastores y los Reyes, que reciben
al Niño en su realidad, y son atraídos por su presencia.
6. Esta doble mirada del Nacimiento del Salvador nos invita
a reflexionar sobre la familia y sobre la sociedad.
7. Mirando las familias de la Patagonia queremos alentar a
quienes en medio de tantas luchas cotidianas buscan un presente y un futuro
mejor para ellos y sus hijos. Nos preocupan tantas familias que no tienen
trabajo. Pero también nos preocupa en otras comprobar que el afán desmedido por
obtener dinero y comprar bienes de consumo, hace que se descuiden los valores
esenciales de la familia: la convivencia diaria, el diálogo, la alegría, la vida
de oración. Familias así se convierten en fácil puerta abierta que lleva
los hijos al
flagelo de la droga y del alcohol. El clima familiar que se vive en torno a la
fiesta de Navidad, es una buena oportunidad para replantearse actitudes y
compromisos familiares para el nuevo año.
8. La sociedad debe ser de algún modo la gran familia que
contiene sin excluir a nadie. Alentamos y acompañamos a todos los que trabajan
por el bien común, y se empeñan día a día en construir un espacio social digno,
acogedor y que permite el desarrollo de sus habitantes.
9. Pedimos prestar una especial atención a la convivencia
social y a la salud, ya que son bienes indispensables para el crecimiento de una
sociedad.
· Una siempre más profunda convivencia social nos desafía.
Hechos de corrupción, desprotección, muerte violenta y desapariciones van
generando miedo y desconfianza de los unos con los otros. Frente a esto cuántas
veces recorremos caminos equivocados: “no te metás”, “hacé tu vida”,
“arreglátela como puedas”, más rejas, más cárceles… A la luz de la Navidad
descubrimos que el camino es otro: más organización comunitaria, más catequesis
sobre la Doctrina Social de la Iglesia, más cercanía y acciones concretas para
quienes sufren, más educación, más trabajo, menos ostentación de poder y
dinero, más atención a los barrios periféricos de nuestros pueblos y ciudades.
Es el Emanuel, el Dios con nosotros, quien nos permite construir la comunión
entre las personas y una sociedad solidaria.
· La atención de la salud de todos también urge un cambio.
El cuidado de los enfermos en nuestros Hospitales y Centros de
Salud, especialmente de los ancianos, nos permite honrar la vida, agradeciendo
lo que recibimos de aquellos que nos preceden en el camino de la
vida
10. Jesús, el Hijo de Dios, quiso nacer en un pesebre, no lo
rechazó. El pesebre no es un lugar lindo, cómodo, confortable. Es cierto que le
faltaban muchas cosas al Niño de Belén, pero estaba presente lo más importante
para su vida: su mamá, la Virgen María, que lo envolvió en pañales y lo recostó
en el pesebre y José que lo cuidaba. Hoy también nuestras familias y nuestra
sociedad se presentan en varios de sus aspectos como el pesebre de Belén: con
algunas carencias, pero con un amor generoso y sacrificado hacia sus hijos.
Creemos que Jesús elige hoy nacer en este pesebre, no rechaza nacer allí. Este
nacimiento renueva nuestra esperanza, porque demuestra que Dios nos ama y quiere
una vez más caminar entre nosotros. Así, este nacimiento nos invita a elegir
también nosotros el pesebre, es decir, elegir una vida en sobriedad sin
ostentaciones, estar cerca de los necesitados, fundar nuestra alegría más en las
personas que en las cosas, en la comunión de la familia.
11. Les
deseamos de corazón una ¡Feliz Navidad! Que la celebración de la
Eucaristía en la Nochebuena nos encuentre reunidos en Jesucristo, en el pesebre
y en la mesa familiar con el deseo de renovar nuestra esperanza y brindar por
una sociedad donde reine la justicia y la paz.
Diciembre
2012
Virginio D. Bressanelli,
scj(Obispo de Neuquén) Marcelo A. Cuenca (Obispo de Alto Valle del Río
Negro), Miguel Ángel D’Annibale (Administrador Apostólico de Río
Gallegos), Joaquín Gimeno Lahoz (Obispo de Comodoro Rivadavia) Esteban M.
Laxague, sdb(Obispo de Viedma) Fernando C. Maletti(Obispo de San Carlos de
Bariloche)José Slaby, C.Ss.R. (Obispo de la Prelatura de Esquel) Miguel E.
Hesayne(Obispo emérito de Viedma) Marcelo A. Melani, sdb(Obispo emérito de
Neuquén) Néstor H. Navarro y José Pedro Pozzi, sdb(Obispos eméritos de Alto
Valle del R. N.)
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